El Camino de Perceval.
Antes de ayer, el Sábado primero de Marzo, la vida nos regaló a todos los que tuvimos la oportunidad de estar reunidos en Torre Amat, la apasionante visión de un artista como Klaus Christ, sobre la Metamorfosis, la visión goetheana y la observación de los procesos vivos. Nos invitó a vivenciar el método, suspendiendo por unas horas el juicio y las creencias previas fruto de nuestras experiencias del pasado, para ser capaces de señalarnos aquel futuro que emerge en éste continuo presente.
Vimos como el Mundo terrenal, el cósmico y el interior forman parte de una misma unidad, que solo nuestro intelecto separa generando espacio para la discusión entre dobles, egos y personajes. Practicamos el método desde la modestia, sin los apasionados fanatismos ideológicos. Aprendimos a sorprendernos y a descubrir la realidad cada día. A comprender que el camino a la Espiritualidad empieza por los pies y tiene su principio en la devoción incondicional de todo aquello que nos rodea y la aceptación amorosa de la manifestación del Milagro de estar vivos, aquí y ahora, en la Tierra. Aprender a contraer primero para expandir después, con el fin de que a través del proceso creativo, seamos capaces de unir formas, conceptos y utensilios, que previamente no existían juntos. Es así como llegamos y conectamos a nuestro Yo creador, aquel que nos diferencia de la máquina, una computadora de datos y los procesos lógicos cerrados. Es desde aquí, desde éste espacio zero, desde donde creamos ese futuro que quiere emerger.
Algunos pasajes de la vida de Johann Wolfgang von Goethe, nos llevan a su descubrimiento, en Italia, del proceso metamórfico, mediante la observación del arquetipo de la planta traspasado por el proceso de crecimiento. La forma no es fija, es movimiento.
Vimos con ejercicios del color como el Mundo existe porque nosotros lo hacemos existir con nuestra aportación con la propia visión. Nos hicimos conscientes de nuestra Luz, pero también de nuestra oscuridad, en un viaje apasionante entre las sombras de la condensación material (el negro) y la luminosidad de la sutilidad espiritual (el blanco).
Así llegamos al color púrpura…
Y así es como desde el proceso vivo de nuestro corazón abierto, te agradecemos Klaus, el haber compartido con nosotros tu experiencia y sabiduría con tanta pasión y generosidad y a Tobias su trabajo de acurada traducción.
Danke schön Klaus, danke schön Tobias.
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